viernes, 1 de febrero de 2008

Enhorabuena

Enhorabuena
Ramón Serrano G.

Enhorabuena amigos. Mi más cordial enhorabuena. Tengo que felicitarles de todo corazón. ¿Que cuál es el motivo de mi parabién? Bueno, pues está muy claro. Conque sean un poquito observadores, se habrán dado cuenta que todos y cada uno de nosotros tenemos mil y un motivos para estar continuamente contentos y felices. Al fin, tras un sinfín de investigaciones y probaturas, investigaciones y estudios, se ha dado con la panacea que sanará todos nuestros males, con el remedio para todas nuestras inquietudes y con la mágica varita que solventará todos nuestros problemas. Me explico.
Si Vd., por un puro casual, es lector de prensa, veedor de televisión, escuchante de radio o cibernauta, en una palabra, si está en contacto diario con los servicios mediáticos, se sentirá enormemente satisfecho por la gran cantidad de seres que a su alrededor se han impuesto, así, graciosamente, sin obtener nada a cambio, pero lo que se dice absolutamente nada, la ingrata y penosa, aunque por otro lado satisfactoria, tarea de conseguir nuestro bienestar. Si atiende con un algo de atención a sus hedonistas mensajes, verá que todos y cada uno de esos millones de guerrilleros-apóstoles del dios Gasto, están intentando por todos los medios a su alcance que usted obtenga el edén, y su vida, atormentada normalmente por penurias del trabajo, achaques corporales, abigarramiento ciudadano, y timos y atracos de todo orden, sea, a partir de ahora mismo, regalada, idílica y placentera. No tiene más que aprovechar las insólitas y prodigiosas ofertas, maravillosas e increíbles por otra parte, que le están lanzando por doquier.
Además, y esto es lo prodigioso, todo ello lo podremos alcanzar apenas sin esfuerzo, prácticamente sin darnos cuenta, y casi, casi, sin gasto alguno por nuestra parte. Bueno, tan sólo tendremos que estar pagando la modestísima cantidad de 49 € durante 98 mesecitos de nada, pero a cambio recibiremos en el propio domicilio, tras abonar los gastos pertinentes de envío, una lindísima casita montañesa de juguete; o la vida completa de Maguncio Matraca, contada en 742 fascículos; o dinerito, contante y sonante, a un módico interés del 40 %; o una colección de platos, igualitos, igualitos que los que venden los charlatanes de feria, pero con el maravilloso regalo añadido de una copia de la famosa muñeca Pepitota; o un método, traído secretamente desde la lejana cultura oriental, según el cual, si estamos tres semanas seguidas a base exclusivamente de dos litros de agua diarios en los que vaya diluido su exclusivo preparado “Adelgazol”, perderemos cien gramos de peso y un centímetro de cintura en esos veintiún días de única alimentación acuática.
Ya está montado, señores, el tinglado de la moderna farsa. Bucles, rizos, bambalinas, perifollas de colores, farolillos de papel. Señores, pasen y vean..; oiga mire no se vaya…; suerte la del caballero…; y no le va a costar ni nueve, ni ocho, ni siete, ni seis…; haga usted como Zutanito… Con toda la parafernalia de medios que la imaginación pone a su alcance, es el suyo, con la máscara de los más bienintencionados consejos, un inmenso ejército de profetas que nos lanza un mensaje agresivo y alienante, en todos los momentos y por todos los medios posibles, del muy venerado dios Consumo, que hemos de soportar heroicamente y ante el que, y por mucho que nos queramos resistir, acabaremos cayendo rendidos y claudicados. No importa para nada a cuánto tengamos que renunciar y cuantas y cuantas partes del beneficio de nuestro trabajo, y cuantas horas de nuestra corta y pobre vida le hemos de dedicar para compensar la inmensa satisfacción que nos puede supone tener encima del mueble-bar una enciclopedia de quince tomos, más sus correspondientes actualizaciones, quede esto claro, en la que se nos detalla a todo color y con minuciosidad de laboratorio, cual es la flora y la fauna de Burkina Faso.
Y usted y yo, y el vecino del quinto, y el pobre aldeano que reside en el más alejado lugar de la paramera, termina comprando todo aquello que le ofertan, que le es completamente inútil y por lo que paga un precio casi de sangre, sudor y lágrimas. Pero es el estipendio que tenemos que dar a cambio de parecer que somos modernos, que estamos a la moda, que vivimos informados, que somos cultos y progres. Quien algo quiere, algo le cuesta. Así, muéstreseme un héroe de la resistencia consumista y yo enseñaré miles y miles de adeptos incondicionales al compulsivo interés de adquirir, ciegamente, todo lo inservible y absurdo que imaginarse pueda. Legiones de paletos que hipotecamos nuestras haciendas, gastándonos lo que no tenemos, para hacernos parroquianos de lo aberrante y lo vano, comprando, por comprar, todo lo que imaginarse pueda. Cosas que, apenas adquiridas, sin desembalar, a veces, son arredradas y desechadas al olvido por su infructuosidad patente.
Pero todo eso no es nada y hoy estoy completamente feliz. Radiante. Todos conocen, de sobra, mi enorme afición por los libros, y gracias a haberme llegado una de esas ofertas maravillosas a las que antes aludía, me acabo de comprar, editado por la prestigiosa editorial Calamita, un tomo encuadernado en rústica, pero de setecientas ochenta y tres páginas, seis de las cuales son a todo color, y en el que se trata, con la profundidad que merece el tema, la cría y el cultivo de los frijoles en Madagascar. Sí, sí, amigos, aunque parezca insólito es completamente cierto. Así que ya pueden darme la enhorabuena.

Junio 2006
Publicado en “El Periódico” de Tomelloso el 9 de junio de 2006

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