jueves, 5 de marzo de 2009

Posiblemente

Posiblemente
Ramón Serrano G.

Estamos asistiendo, puesto que si no se ha hecho ya se hará de inmediato, a la implantación en algunos autobuses madrileños, y en otras capitales europeas, de unos letreros que dicen: “No te compliques la vida. Posiblemente, Dios no existe”. Esto, como no podría ser de otro modo, se debe a la genial ocurrencia de unas preclaras mentes que, no teniendo mejor ocupación, quieren despreocupar a la ciudadanía aconsejándole que no se metan en vericuetos sobre la existencia o no de un Ser Supremo, cosa esta que a ellos, por otra parte, les resulta difícilmente demostrable y, desde luego, muy poco conveniente. Por lo tanto, piden a quienes lean tan notable aseveración, que aíslen a sus conciencias del mundanal ruido, que no se metan en galimatías y que vivan a la pata la llana. Como debe ser.
Parece ser que a estos impagables genios les atañe, parece ser que profundamente, la incertidumbre de si habrá o no un demiurgo, pero les da lo mismo que por las más céntricas calles de la Villa y Corte se practique la prostitución a plena luz del día y sin tapujos; que se realicen los mayores negocios mediante la estafa y el fraude; que se mercadee libremente con drogas, o que se mande a la Policía Nacional para que recoja y ponga a buen recaudo a cuantos inmigrantes encuentren deambulando por Madrid sin tener la debida documentación, y que esto se haga del mismo modo y manera que los perreros atrapan a los chuchos sin dueño, los meten a la fuerza en un camión y los llevan a dependencias ignoradas.
Sé que esto no es ningún secreto y que de ello están todos ustedes informados por medios o personas mucho más capacitados que yo. Pero no sé si saben además que hace unos días, en un prestigioso diario, aparecía el consejo que un magnífico colaborador les daba a estos cuestionadores de la existencia divina. Y lo hacía el dibujante animándoles a que escribieran su ya famoso eslogan en esas pateras que traen hasta las costas canarias y andaluzas a miles de africanos. Es seguro, decía, que sería bueno poner eso de: “Posiblemente, Dios no existe” en los laterales de los frágiles barquichuelos que llegan, si es que llegan, ya que muchos se hunden antes de arribar, y que lo hacen sobrecargados de hombres, mujeres y niños. Pobres personas, pero personas al fin y a la postre, que están hartas de padecer hambruna y otros males, y lo arriesgan todo para conseguir algo a lo que poder llamar, aunque sea mínimamente, una vida un poquito digna.
Sin embargo no creo que el gran dibujante consiga animar a nuestros admirados benefactores para que lo hagan. Canarias o Andalucía están muy lejos de la Puerta del Sol. Quizás, sí que mis admirados prohombres armarían una buena si alguien se ahogase en el estanque del Retiro. Pero que cientos de personas mueran día tras día en las aguas del Atlántico o del Mediterráneo les es por completo indiferente. ¡Qué más les da!
Y claro, si no hacen caso a un influyente medio de comunicación, mucho menos me lo harán a mí, pobre tonto, si les hiciera, que se la hago, esta sugerencia. Les encarezco con todas mis fuerzas, que cuanto antes, mañana mismo, cojan brocha y pintura, se vayan a Gaza o a Irak, y en los derruidos muros que allí han quedado después de tanto bombardeo y tanto atentado terrorista, en los escasos restos de unas paredes que no son sino las ruinas de edificios que hasta ayer eran escuelas, mercados o viviendas, pinten con letras grandes y bien visibles: “Posiblemente, Dios no existe”.
Pero no. Yo sé muy bien que no van a seguir mis indicaciones, y por varios motivos. Primero porque quien se lo está pidiendo, u otros como yo, no valemos nada para ellos. Segundo porque en realidad a estos individuos les da lo mismo lo que a otros seres humanos les esté sucediendo, si estos viven lejos de su entorno. Y por último, pero muy principalmente, porque para escribir eso en los sitios donde impera de una manera atroz el fundamentalismo, algo que ponga en la más mínima duda la existencia de Allah, hay que tener unos “bemoles” que estos iluminados, no ya posiblemente, no, es que estoy absolutamente seguro que no tienen.
Y aunque sin “bemoles”, o dicho de otro modo, aunque no tengan “dídimos”, estos tranquilizadores de conciencias viven tan ricamente en su tibieza anímica y siguen a Buñuel en aquello de: “Yo soy ateo, gracias a Dios”. Y de sí mismos lo único que piensan es que son osados, atrevidos y, sobre todo, vanguardistas y progres. Y lo son, lo mismo que son otros adjetivos que me guardo. Esto lo creo con absoluta certeza, y no posiblemente.
Marzo 2009

Publicado en “El Periódico” de Tomelloso el 6 de marzo de 2009