viernes, 22 de febrero de 2013

Solo

Para M.V.M., con una sincera y antigua amistad.. “…Sobre la pena duermo solo y uno…”.- Miguel Hernández. -Buenos días, amigo, ¿cómo estás?, me preguntó aquel hombre al que hacía meses que no veía. -Solo, le respondí al poco, con una mirada perdida y una voz sentida que me salió desde lo profundo. Al escuchar mi inesperada respuesta, vi extrañeza en su rostro, pues dudó, al pronto, si le estaba hablando con sinceridad, o gastándole una broma. Él, en su admirable sencillez, no alcanzaba a creer que, una persona de mi status pudiese decir que se hallaba sin compañía de nadie. A lo mejor, le había contestado refiriéndome a ese preciso instante de la pregunta en el que, como era evidente, caminaba en soledad. Pero mi semblante le hizo desechar esa suposición. Yo debía estar aludiendo a una situación personal, a una forma de vivir más o menos pasajera, más o menos trascendente, pero que él no terminaba de entender, ya que, según su caletre, mi existencia podía desarrollarse bajo una gran cantidad de condiciones mejores o peores, molestas o llevaderas, sufribles o insoportables, pero nunca bajo el peso de la soledad. -Verás, es que con el paso de los años..., quise aclararle. Pero no me dejó seguir, ni darle explicación alguna. -No, hombre, no. En eso del aislamiento, aun cuando sea real, y en tu caso creo que no lo es, la edad no influye para nada. Eso es un sentir, y a los sentimientos les pasa como al oro, o a otros metales, que están ocultos en su mina, y tú, si eres lego en la materia, pasas por encima de ellos y no los ves. Sin embargo, el conocedor, el que tiene buena información, quien sabe cómo hacerlo, acaba extrayéndolos. No sin esfuerzo, que hay que picar mucho, y barrenar, y arrumbar mucha escoria, hasta que se da con la gema o el metal deseado. Pero te aseguro que merece la mena hacer todo el sacrificio y todo el esfuerzo que sea menester, con tal de alcanzar el fin que nos hemos propuesto, y más cuando el objetivo es tan beneficioso. Y tú tendrás que vencer menos escollos que otros, continuó, porque, afortunadamente, estás inmerso en un ambiente en el que te va a ser muchísimo más fácil conseguir la tarea que te aconsejo y que te ruego no abandones si en verdad quieres evitar la soledad. Me explico. -Sé, perfectamente, que tienes una familia, ni mejor ni peor que cualquier otra, pero entrañable, correcta y sencilla. O sea, asequible para, estando pendiente de tus necesidades, procurar atenderlas y solucionarlas. Por otra parte, te diré, y tú lo sabes bien, que aún estás mucho mejor (si cabe) en cuanto a los amigos, que son, y esto lo sabemos también cuantos vivimos en este lugar y te conocemos, un verdadero dechado. Pocos, muy pocos humanos pueden jactarse de poseer unas amistades tan selectas como las que tú tienes. Y eso es una reserva, un arca que contiene un magnífico tesoro, del que puedes beneficiarte hasta lo indecible. ¡Quién fuese tú en ese aspecto! -Eres, además,continuó, un hombre culto, preparado, con estudios, lo que te da la capacidad necesaria para poder frecuentar los lugares sociales de la ciudad, y participar activamente en sus actividades y eventos con amplias posibilidades de intervenir en ellos acertada y positivamente. Y, por último, vives en un sitio céntrico, lo que te facilita la relación constante y natural con un gran número de amistades, conocidos y vecinos. -Fíjate que cuatro inmensas ventajas tienes para poder gozar de una vida llena de comunicación y acompañamiento. Así pues procura mantener vivos tus contactos con estos cuatro grupos a los que acabo de referirme. No los busques, si lo prefieres, pero no trates de evitarlos, que ellos solos se llegarán hasta ti. Déjame que te ponga un ejemplo, sin querer frivolizarlo. Dice Mateo (6,24-34) que busques sólo el reino de Dios y su justicia y todo lo demás te vendrá dado por añadidura. Y no pienses demasiado en el mañana, que el mañana se ocupará de sí mismo. Preocúpate, un poquito, de no estar aislado, que lo lograrás, y entonces te ocurrirá como al que deja de fumar, que, de inmediato, observa los grandes beneficios que ello conlleva. -Esto que me dices, le respondí, ya lo tengo oído, e, incluso he intentado llevarlo a la práctica. Pero a mi corazón parece apetecerle esta soledad y no tiene ganas de hacer nada por librarse de ella -Pero es que has de saber que tu corazón, en estos momentos, está ciego. Ha recibido una herida, y tiene una venda en los ojos que le impide la contemplación del mundo exterior. Pero el mundo sigue estando ahí. Y la vida. Y la amistad. Y el amor. Y todos ellos, tanto por separado como en su conjunto son de una belleza extraordinaria. Tanta que nada, ni nadie, nos debe privar de su disfrute. -Para facilitar esa labor que debes imponerte, permíteme que te dé un consejo. Por muchos problemas que se le presenten a un hombre a lo largo y ancho de su existencia, siempre los podrá vencer si utiliza estas tres armas: el trabajo, la honradez y las ganas de amistar. Tú tienes muchas muestras dadas de la devoción que les tuviste desde siempre a las tres. Y ya que siempre fue así, no abandones ahora esa praxis. Aunque sea sin ganas. Entonces el hombre se marchó con la satisfacción de haber cumplido con su deber, y a mí me dejó con la duda de si seguiría sus sapientes consejos, o me empecinaría en mi reciente y continuado empeño de seguir estando solo. Febrero de 2013 Ramón Serrano G.