jueves, 17 de diciembre de 2015

El amor

-Mira Luis, a lo largo de estos años de convivencia he ido observando en los seres humanos comportamientos y actitudes que, a la postre, he llegado a comprender gracias a tus explicaciones, unos con más y otros con menos esfuerzo. Sin embargo, hay uno sobre el que no te he preguntado nunca y que me trae de cabeza, ya que no alcanzo, por mucho que lo he intentado, entender las razones del proceder de quienes lo ¿puedo decir? sufren. Me estoy refiriendo a eso que los seres humanos llamáis amor y que no acabo de comprender. ¿Querrás decirme en qué consiste? -¿Luca, me estás pidiendo que te explique lo que es el amor? ¡Mejor quisiera que me arañara un gato! Piensa que es sin duda la emoción humana sobre la que más se ha hablado y escrito desde el inicio de los tiempos por los más insignes autores y las más preclaras cabezas. Sobre él se han compuesto sinfonías, escrito obras de teatro, se han pintado cuadros, ha provocado guerras, perdido reinos y aún está por definir y detallar completamente, que tal es la infinitud de su eseidad. -Pues más a mi favor ¿y en qué consiste? -Bueno, aunque la opinión personal pueda ser distinta o no, para tratar de definir algo a mí me agrada siempre acudir al diccionario y este nos dice de él que es un sentimiento del ser humano que busca el encuentro con otro, que naturalmente se atraen recíprocamente y cuya unión les alegra y da energía para convivir y crear, pues tiene una profunda carga sexual. -Esa, esa es la única parte que he comprendido un algo ya que se asemeja ligeramente a nuestra época de celo. -Pero esa es sólo una entre un millón y, al parecer de mucha gente, la menos satisfactoria, siéndolo, como lo es, en grado sumo. Te repito que serían innumerables las formas que se podrían utilizar, y se han usado, para tratar de describir el amor, pero siempre queda otra ingente cantidad de modos de hacerlo, porque este es siempre algo muy personal. -¿Y es siempre igual? -¡Qué va!, al contrario. Siempre es diferente. En cada individuo, y en él, desde que se despierta hasta el final y, desgraciadamente en algunos casos, hasta que acaba. Y es distinto en forma, desarrollo, intensidad, etc., etc. Por ejemplo, esta última que nos habla de la vehemencia de los afectos del alma parecerá mayor al principio, pero la pasión tendrá alternativas dependiendo de un sinfín de circunstancias. -Entonces, ¿tendrá una medida como todas las cosas? -No, tampoco. El cariño no se puede valorar con una medición. Si cabe, se podría hablar del amor de todos los días (aunque nunca lo tildaría de rutinario) y el de los momentos excelsos. Y para que lo entiendas mejor lo voy a comparar con la comida o la lectura: hay exquisiteces y obras maestras que se comen o se escriben esporádicamente. Pero eso es una cosa y otra la alimentación y la cultura, aunque, y precisamente por tener estas, se dan casos de aquellas. Es también como el aire, imprescindible para la vida, aunque se aprecie más y parezca más puro frente al mar o la montaña. Porque es que tampoco tiene una descripción concreta y constante. Desmayarse, atreverse, estar furioso… y así, hasta treinta y una acepciones, nos da del amor el ínclito Lope de Vega en un soneto, mientras que Quevedo nos habla de la constancia del enamorado en aquel otro que comienza: Cerrar podrá mis ojos la postrera… -Entonces, y ya que observo que tienes una contemplación, digamos, negativa ¿por qué las personas lo buscan con tanto ahínco y quienes lo alcanzan parecen gozar de la mayor felicidad posible? -Me he debido explicar mal, porque en mis palabras has notado pesimismo y no quiero expresar eso, sino todo lo contrario. Lo que no puedo es darte una definición concreta del amor, y si me lo permites yo lo llamaría Amor, con mayúscula, sencillamente porque no la hay y no porque yo no la conozca. Pero sí puedo recordarte lo que dice el Libro (Mt. 7-16): Por sus obras los conoceréis, y por ello sabrás que los enamorados son los únicos que pueden llegar a saber de qué color son los cerezos, que a la luz de la luna las palabras son más melodiosas, que una mirada pueda hacer que se detenga el tiempo, o que para ser princesa no es imprescindible ser hija de un rey. Esos, y mil detalles más, podría darte para hacerte ver la magnificencia del cariño. Así, déjame decirte además, que tiene tanto poderío que hace que el tiempo vuele o se detenga, dependiendo de la ausencia o la presencia del amante; que el corazón, a más de sentir, consiga hablar; que se esté más predispuesto a dar que a recibir o, como se decía en una famosa película, amar es no tener que decir nunca lo siento. El amor, créeme Luca, es, sin duda alguna, la más maravillosa de las maravillas, y yo quiero creer que si ha habido alguna persona en la historia de la humanidad que haya sido feliz, en algún momento de su vida ha tenido que estar enamorado. -Pero, ¿alguna cualidad mala tendrá? -Porque tiene una inmensa valía puedo decirte que es hiriente cuando se pierde; lacerante hasta límites insospechados. Piensa siempre que quizás sea lo más valioso de este mundo, incluso por encima de la amistad y, por supuesto, de otras clases de amor. Siendo de ese modo has de comprender que no haberlo conocido o tener que carecer de él, por los motivos que fueren, es dolorosísimo. - Pues tal como me lo describes, aunque sólo fuese por eso, por haberlo padecido o disfrutado, hubiese querido ser hombre en vez de perro. Ramón Serrano G. Diciembre 2015