viernes, 9 de septiembre de 2011

Prender

Aprender
Ramón Serrano G.

Hace poco les hablaba de de cómo el hombre acude con frecuencia en sus expresiones al reino animal. Entonces me refería a la corriente utilización para eso de adjetivos, admirativos unos y denostadores otros, que los hay para todos gustos. Hoy quiero hacerlo para resaltar cómo utilizamos nuestro lenguaje para acoplar a nuestro modo de obrar aludiendo a los usos y actuaciones de los irracionales. Debo aclarar que empleo este calificativo porque sé que ninguno de ellos se va a enterar de lo que digo, que si alguno lo hiciera, me contestaría indicándome que muchos de ellos se suelen comportar más sensatamente que nosotros los racionales. Pero vayamos a lo que nos ocupa.
La causa es, a mi juicio, que como nos gusta apoyar nuestros dichos con algún ejemplo (aquello de las parábolas citado anteriormente) se ha pensado que la mejor manera de convencer a nuestros interlocutores de la bondad o veracidad de nuestros asertos, es haciéndoles ver que hasta los pobres animales, aquellos que no poseen un brillante cerebro como nosotros, obran de tal o cual modo, lo cual es lo más apropiado para alcanzar lo que nos proponemos. Es igualmente cierto que existen dichos que exponen la actuación ejemplar de personajes ilustres en determinados momentos históricos. Pero como aquellas elocuciones a las que me refiero suelen datar de los tiempos en los que la muy célebre y nombrada Mari Castaña habitaba entre nosotros, y por aquellos entonces la cultura no estaba muy extendida entre las gentes, estas se acogían a sencillas exposiciones de costumbres y actitudes que todos normalmente conocían para marcar el camino a seguir y el buen resultado que nos proporcionaría el tomarlo.
He de aclarar además que, siguiendo los métodos didascálicos de la época, se recurría bastante al empleo de aforismos, máximas y adagios, o sea frases hechas, provenientes usualmente de la sabiduría popular, que marcaban normas a seguir para un buen comportamiento. Resumiendo, consejos útiles para conducirnos en la vida. Por igual se utilizaba en ellos las rimas, ya fueran estas a o consonantes, para facilitar de esta manera al oyente unas mejores comprensión y memorización de lo expuesto. Diré, por último, que los hay de todo tipo, condición y finalidad, pero creo que en vez de detallarlos iremos viendo algunos y tras cada exposición haremos una aclaración de su propósito. Vamos a ello.
“Si la garza viaja al mar, coger los bueyes y arar; si va la garza a la tierra, coge el hacha y hacer leña”, que dicen los asturianos de Tapia. Parece ser que dada la climatología de aquella maravillosa tierra, cuando hace bueno a la garza no le importa irse a pescar a la mar. Pero si se queda tierra adentro, es porque el agua está encrespada, o hace frío y hay que resguardarse.
Parecidamente, como otra previsión meteorológica, está este, más conocido por nuestras latitudes, de: “Por San Blas, la cigüeña verás”, que indica que a principios de febrero (el 3 en concreto) el invierno ya va en buenas y las aves migran de nuevo hasta nosotros. Hay que observar que esto se daba mucho más antes, cuando hacía frío de verdad y no había tanto esterquilinio en los campos. Pero hoy en día, con el mentadísimo cambio de clima y tanto vertedero incontrolado que las tiene colmadas de alimentos, las cigüeñas se suelen quedar aquí todo el año. Y bien bonitas que son.
Y aunque también se emplea en este que sigue, un ave y una estación, con “Una golondrina no hace verano”, lo que quiere decirse es que las cosas deben estar bien consolidadas para poder decir con verdad que están hechas. Covarrubias ya nos lo explicaba en 1611, y nos decía que porque una de estas aves se haya adelantado eso no quería decir ya estuviese aquí la primavera. O dicho de otro modo: “El pescao no es pescao, hasta que está en la banasta”.
Dícese, y con razón, que “las abejas hacen la miel, y las moscas se la comen”, aludiendo a cómo hay siempre quien, sin merecerlo, se aprovecha del trabajo y el esfuerzo de otros muchos que no cesan de laborar y producir.
Con aquello de que “quien nace lechón, muere cochino”, se está haciendo referencia a que pese a que el humano tiene la posibilidad de cambiar muchas cosas en su vida (cultura, modales, bienes, etc.), normalmente cada uno tiende a mantener su eseidad, que, además, suele sacar a relucir en puntuales momentos. Dicho sin ambages, que el que es tonto, es tonto, aunque vaya a Salamanca y por mucho que se esfuerce en disimularlo. Vamos que “aunque la mona se vista de seda…”, o eso otro de que “la cabra siempre tira al monte”.
Y para finalizar voy citar dos más, advirtiendo que el primero de ellos, tiene cierto intríngulis, por lo que rogaría que nadie viera en él su lado vejatorio, sino que antes bien lo tome en sentido elogioso, que es en el que deseo mostrarlo. Desde siempre se afirmó que “cuando la mula dice: no paso, y la mujer dice: me caso, la mula no pasa, y la mujer se casa”. Pero, por favor, insisto en que ninguno piense que hay aquí disfemismo alguno, ni para la candonga ni para la fémina, porque no es a la posible tozudez a la que se refiere el dicho, o al menos yo no lo hago en ese sentido, sino como ponderación a la tenacidad de ambas, las cuales, como es bien sabido, no cejan en su empeño de conseguir lo que se hayan propuesto, ya encuentren pocas o muchas dificultades en su intento. Vamos, que no se caracterizan por ser pusilánimes precisamente.
Aún más, y para que nadie dude de lo que acabo de decir, terminaré con este otro proverbio muy conocido. Porque sabido es por bastantes gentes que, “a la hora de cacarear, no faltan gallos, pero cuando hay que poner los huevos es la gallina la que hace el trabajo”. Expresado en distintas palabras o llamando a las cosas de otra forma: que por desgracia hay mucho pavo real, pero, por fortuna, también existen muchas hormigas.
Y dicho esto, vuelvo a meter mis cabras en su corral, pero recordándoles que los modos de obrar, los hábitos y las cualidades de los irracionales son muy válidos y nada obsoletos. Así pues, el que quiera aprender de ellos, que aprenda.

Setiembre de 2011
Publicado en “El Periódico” de Tomelloso el 9 de setiembre de 2011