viernes, 10 de marzo de 2017

Las flores

“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”. P. Neruda No sé, y ni me importa ni quiero saberlo, a quién se le ocurrió la idea de reducir a siete las incontables maravillas que existen en el mundo. ¡Qué insensatez! Sabiendo que las hay a montones, ¿por qué se hace esa reducción tan absurda? Por otra parte, quiero decir que cuando voy a hablar de algo me agrada siempre, antes de nada, informarme en el Diccionario de la Real Academia de su significado, y sobre la palabra maravilla, el gran libro nos informa de que es suceso o cosa extraordinarios que causan admiración. Si esto es así, y está más que suficientemente demostrado que así es, no hay entonces por qué referirse tan sólo a algunas de las preciosidades realizadas por el hombre, sino que se debe hablar también de las muchas, muchísimas, que nos ofrece la madre naturaleza, y que, humildemente, he de decir que aventajan a las realizadas por los seres humanos. ¡Ah! y que siendo maravillosos son comunes. Siendo aquellas una ingente cantidad, he de decir que, entre ellas, una de las más destacables, al menos para mí, son sin duda alguna las flores. Esos brotes de las plantas compuestos por hojas de muy diversos colores que alcanzan una belleza indescriptible. Podríamos decir también que son la belleza anunciadora de unos frutos que nos permitirán seguir viviendo. O que…, pero siendo muchas, muchísimas las reseñas que podríamos traer aquí, nos conformaremos tratando de expresar algunos de los sentimientos que su contemplación nos produce. Porque las flores, dado su aspecto y compostura, son siempre poseedoras y transmitentes de íntimos sentidos y entrañables mensajes, los cuales, entre otras virtudes, nos hacen soñar y sentir la fuerza que tiene lo delicado, concediendo al alma un muy alto grado de firmeza, estabilidad emocional, alegría, paz o esperanza, (amén de otras que omito), disposiciones estas muy difíciles de ser concedidas por otros sistemas, y con unos beneficios de los que podemos disfrutar con tranquilidad puesto que no tienen contraindicaciones conocidas. Así es sabido que el contemplarlas no tiene efectos secundarios, es de muy fácil accesibilidad y compatible con otros tratamientos. Por todo ello, el hombre, animal que obra con cordura a veces, algunas veces, pocas veces, ha sabido crear con ellas un medio de comunicación consistente en regalarlas a otras personas, habiéndoles dado a éstas y conociéndolo de antemano, un significado realmente interesante por lo que recomiendo al lector su conocimiento. Dada la extensión de este código, me conformaré con citar brevemente algunas significaciones, unas del color y otras de la especie, todas ellas interesantes. Por ejemplo, en las rosas, sus tonalidades quieren decir: el blanco, inocencia, pureza; el amarillo, amistad, aunque en los países germánicos se tiene como celos o infidelidad; el rosa fuerte, gratitud; el rojo, amor, pasión; el borgoña, belleza; el coral, deseo. Y así podríamos seguir Y en cuanto a su especie o naturaleza, la margarita quiere decir inocencia; la lila humildad; la acacia elegancia; la dalia roja amor eterno; el laurel ambición; el crisantemo blanco sinceridad; la vincapervinca amistad; el pensamiento recuerdo. Y así cantidad más de ellas. Quiero hacer mención también a algunas frases con las que algunos famosos han hecho referencia a nuestras amigas las protagonistas de este escrito. Tan sólo cuatro citas. La primera es anónima y dice que: árboles y amores, mientras tengan raíces tendrán frutos y flores. La segunda fue dicha por el pintor francés Henri Matisse: siempre hay flores para quien desea verlas. Rabindranath Tagore, el poeta bengalí, afirmaba que: se puede cortar un árbol y hacerle arder para nosotros, pero ya no dará flores ni frutos. Y finalmente haré alusión a esta preciosidad con la que nos obsequió el pensador chino Confucio: -Me preguntas por qué compro arroz y flores. El arroz es para vivir y las flores por tener algo por lo que vivir. Ahora sólo me queda lamentar no tener una mayor sabiduría e ingenio para poder seguir con esta apología hacia las flores, para ser misionero y conseguir la captación de adeptos a su hermosura, que no voy a decir que es la mayor que existe en este mundo en el que habitamos, pero ahí, ahí, le anda. Ramón Serrano G. Marzo 2017