jueves, 7 de mayo de 2009

La viña

La viña
Ramón Serrano G.

Para los viñeros de Tomillares, sacrificados marineros de tierra adentro, con mi respeto y admiración.

Aquellos que conocen bien La Mancha saben que sus llanuras tienen un cierto parecido con la mar cuando esta está en calma. “…Con noches de mar sin mar, todo costa y todo cielo, casi para navegar” que cantara Juan Torres. Tan es así, que puede que no sea por casualidad que el museo de la Marina española esté asentado en las entrañas de esta parda tierra. Desde luego, lo que sí es seguro, es que los amaneceres manchegos son tan serenos y esplendorosos como los marítimos. Sobre todo en primavera.
Para deleitarnos con uno de ellos, y aunque las mañanitas de abril son muy dulces de dormir, y las de mayo, no tienen cabo, madrugamos y habíamos iniciado nuestra salida, tan sólo unos momentos después de que el pez de sombra hubiese abierto el camino del alba. Y nada más empezar nuestra andadura pudimos comprobar el mágico espectáculo a las afueras de Tomillares. Luego, cuando ya llevábamos caminadas un par de leguas, vimos con agrado que un labriego estaba realizando sus labores en una viña lindera con el camino y nos fuimos hacia él por ver si nos socorría con un trago de agua. Los días de mayo, ya se sabe son muy calurosos, “…cuando los trigos encañan y están los campos en flor…”, y además, era ya casi cercano el mediodía. Cuando llegamos a la vera del labrador, se incorporó este secándose el sudor con su pañuelo de hierbas.
- Buenos días, le saludamos. Hoy ya aprieta bien el amigo de arriba.
- Dímelo a mí, contestó el hombre. Con mis años, este trabajo y la calorina que está empezando a caer, a poco si puedo resollar. Pero lo voy a dejar pronto. ¿Qué se le ofrece a este hombre?
- Pues que mi perro y yo vamos ya sedientos y le agradeceríamos que nos diese un poco de agua, si es que tiene.
- Claro que tengo, y claro que os doy, ¡faltaría más! Esperar un poco. Y llegándose a una cepa cercana, sacó de debajo de su todavía escaso pampanaje una hermosa cuba de madera, con sus duelas, sus flejes, su asa de cadena y su pitorro para beber al chorro. Se la ofreció a Luis, este la alzó, bebió de ella y luego se echó agua en el cuenco de la mano y me dio a beber a mí como siempre hacía.
- ¡Está fresca, y cómo se agradece!, dijo mi amigo. Y usted, ¿qué hace trabajando con este calor?
- Y si no trabajo, ¿qué hago?, respondió el otro. Yo no sé, ni he sabido nunca hacer otra cosa más que eso, trajinar. Así que con esto me entretengo y al paso cuido y arreglo mi viña, que, después de mi familia, es lo que más quiero en este mundo. Y no es por lo que me dé, que algo me deja, eso sí, sino porque me costó mucho trabajo el hacerme de ella y procuro tenerla siempre como un jaspe. Además que luego por las tardes ya tengo tiempo de leer mis libros de historia, que eso también me gusta.
- ¿Y en qué consiste esta faena que está haciendo?
- Ya lo ves, escardillando. Claro que tú dirás ¿y eso qué es? Pues para que lo sepas, escardillar es quitar algunos de los demasiados tallos que echa la planta, podríamos decir los malos, y eso le da fuerza a la cepa porque así tiene que criar diez sarmientos en vez de quince, no alimenta a tantos y a los que cría los saca más apañaos. Además favorece luego la poda del próximo año, ya que la planta está, digamos, más despejada.
- Hombre, yo no entiendo de viñas, pero esta ¿dará muchas uvas, no?
- Da…, ni muchas ni pocas, pero las suficientes para que me sienta satisfecho. Yo no soy un boca seca de esos que siempre se están quejando de su cosecha. Es natural que el hombre busque rendimientos a su esfuerzo, pero la felicidad no se la dará el conseguir, sino la tranquilidad de conciencia de saber que ha actuado bien y sin reservas de ningún tipo.
- Desde luego, siguió Luis, se la ve toda limpia y cuidada como pocas.
- Pobre del hombre que no tenga su viña, su tienda, su taller o su despacho como los chorros del oro. El puesto de trabajo ya sea propio o del amo, dice mucho de aquél que lo desempeña, ya que demuestra bastante como es su persona, y, por ello, debe ser de lo más sagrado para cada uno. Igual que los hijos, igual.
- ¿Que los hijos?, preguntó mi amigo un tanto extrañado.
- Sí, sí, que los hijos, continuó el otro. Mira te los voy a ir comparando con la viña. Cuando los consigues, que no todos tienen esa suerte, has de velar cuidadosamente día tras día, y a todas horas, para que nada moleste o perturbe su crecimiento. A unos les das medicinas y a otros abonos e insecticidas para librarlos de enfermedades y plagas. Desde pequeños tienes que ir encaminándolos para que aprendan a ser productivos y al irse haciendo grandes, hay que estar muy atentos para que no se tuerzan. Después, si lo logras, no veas cómo te sientes de orgulloso. Vas a la plaza, te juntas con los amigos y en el corro no hay nadie más orondo que tú. Luego hay a quienes les gusta hablar y presumir de ello y quienes no, pero a unos y a otros se les ve esponjaos y a gusto, tanto si llevan la procesión por dentro como si la sacan a la calle.
- Pero usted sabe que hay hijos buenos y malos.
- No, contestó con rapidez el hombre. Hijos, los hay buenos y menos buenos, porque los malos no existen. Pero a todos se les quiere por igual, porque a todos has dedicado por igual tus esfuerzos y en todos has puesto por igual tus ilusiones. Si el fin conseguido no es el mismo en cada uno de ellos, a ti te da lo mismo. ¡Hombre! si todo sale bien, pues mejor, pero lo que de veras te compensa es la tranquilidad de saber que no ahorraste nada, absolutamente nada, para que el cuajar de todos fuese parejo.
-Y a este respecto te voy a decir otra cosa más, que seguro no conoces. La viña que tenemos delante, como ves, está en desnivel y eso hace que no produzca por igual. Estas laderas son mejores que el calar, que es aquello alto de la loma, y eso es lo más calizo. Y también son más buenas que eso de ahí abajo, el someral, o sea, la parte del barranco, y que además está un poco fastidiadilla porque el año pasado se heló. Sin embargo, ¿tú ves que unas cepas estén mejor arregladas que otras?, o ¿piensas acaso que yo estoy más satisfecho con algunas en especial basándome en su rendimiento? No. Desde luego que no, que a estas cepas que tenemos delante, “hijas” de mi alma, las quiero a todas por igual, lo mismo que quiero por igual a todos mis hijos, y tanto me da que uno llegue a conde y otro sea porquero.
- ¿Le da lo mismo que uno triunfe y otro no?
- Lo que no me daría lo mismo es que uno, el que sea, me hubiera salido granuja, u holgazán, o borracho. Si me hubiera dado el humo de que alguno hubiese querido tirar por mal camino, ya habría tratado por todos los medios de cambiarlo, lo mismo que repongo una cepa si está loca o aceda. Pero si cada uno de ellos ha dado de sí, honradamente, todo lo que llevaba dentro, o al menos la mayor parte de ello, y los míos lo han hecho así afortunadamente, yo estoy muy ufano de ellos. Lo mismo que me ves muy campante de que este majuelo se vea tan hermoso. Y si luego hay más o menos uvas, pues más o menos cuartos que me dan en la Cooperativa. Pero al fin y al cabo eso ¡qué más me da! Yo, al año que viene, voy a procurar tenerla igual de apañá.
- Bueno, estamos muy a gusto con usted, pero nosotros ya nos vamos. Sin embargo, antes de irnos, mire usted lo que le digo, buen hombre. He andado por muchos sitios y he conocido a gentes de muchas clases y condición, pero he visto pocas personas con sentimientos tan nobles, tan arraigados como los suyos y con esa forma de pensar tan sensata y generosa. Que viva usted muchos años así, sirviendo de ejemplo a los que le rodean, y hasta otro día.
- Gracias, amigo, por tus palabras. Pero has de saber que como yo estamos muchos. Más de los que crees. Que tengáis buen camino tú y la compaña. Y beber otro trago, que os va a venir bien.
Y satisfechos en extremo por lo oído al viñero, Luis y yo bebimos de nuevo y echamos a andar en busca de un montecillo que se aciguataba a lo lejos, para, debajo de alguna carrasca, sentarnos a tomar un bocado y echarnos una siesta, hasta que refrescase un algo la tarde “mayera”.

Mayo de 2009
Publicado en “El Periódico” de Tomelloso el 8 de mayo de 2009