viernes, 21 de julio de 2017

Otro sentido

Para una buena amiga a la que gusta mucho el idioma francés. Cierto curioso día, un curioso francés decidió venirse a dar una vuelta tranquila y sosegada por España con el triple fin de ver sus lugares, conocer a sus gentes y perfeccionar su idioma. Llevaba ya un buen tiempo transitando por nuestras latitudes (debía ser un gabacho con posibles), y el hombre se encontraba maravillado con los paisajes y monumentos vistos, encantado con la manera de vivir de los habitantes y desesperado por la dificultad en comprender bien el idioma. Y mira por donde, transitando por esta tierra seca y llana, una buena tarde en la que había salido para contemplar una de esas impresionantes puestas de sol que se dan en la llanura manchega, esas en las que el amigo Lorenzo va cambiando su color de gualdo a bermejo y va cayendo allá por el confín, por detrás, muy por detrás, de las mieses y las vides, vino a encontrarse por el campo con un hombre y un perro, que aunque ya conocían de antiguo tan hermoso panorama, andaban, como él, a los mismos menesteres. Al verse, se saludaron cortés y cordialmente, se expresaron su mutua admiración por el espléndido y relajante espectáculo, y luego, tras amistar un algo, convinieron en juntarse los días siguientes, el foráneo tal vez con el interés de que el paisano le contase y enseñara cosas de por aquí, y Luis y Luca (que no eran otros los personajes aludidos) porque, a más de su proverbial amabilidad y de sus ganas de sapiencia, como ya es sabido, estaban más a gusto conversando con alguien que un cochino en un pecinal, fuera quien fuese el contertulio y no digamos nada si se trataba de un guiri. El primer día, nuestros amigos, con su habitual cortesía, fueron explicando pormenorizadamente al galo cuanto quiso saber de los hábitos, costumbres y expresiones de nuestra tierra, que no fue poco, dada la cantidad de cosas por las que estuvo interesado y de las que solicitó información. De esa manera transcurrió esa jornada, pero a la siguiente cambiáronse las tornas, siendo el franchute quien pasó a detallar a Luis y Luca cuanto quisieron saber, que fue bastante, y cuanto él quiso añadir motu proprio sobre los ritos y usanzas de su país. Con preguntas y exposiciones comprobaron ampliamente cómo, aún viviendo limítrofes, aquellos eran bastante distintos y que tenían muy diferentes formas de celebrar fiestas y eventos, ya por no coincidir en fechas, o porque unas lo eran para unos y no para otros. Y dado que las de estos lares son suficientemente conocidas y practicadas, permítaseme que me limite a dar una relación, pequeña pero definidora, de algunas de las que se ofician más allá de los Pirineos. Habló Pierre, que así se llamaba el franco, para, ante el asombro de los otros, ir exponiendo y detallando los siguientes festejos, por supuesto muy populares entre ellos. Dijo en primer lugar que se hacía el muy divertido poissón d’avril, con unas bromas similares a las que aquí se llevan a cabo el 28 de diciembre, cuando los Inocentes. Que en el día de la boda, habitualmente se tomaba oignon soupe, sopa de cebolla o sopa de matrimonio. Afirmó luego que aunque no sabía bien si era por la llegada de la primavera o como símbolo de prosperidad y amor, lo cierto es que era muy extendida la práctica de regalar lirios el día 1 de mayo. Y que, en las presentaciones informales, el saludo consistía en darse tres besos y empezar por el lado izquierdo procurando no equivocarse. Admirados y satisfechos con esas narraciones, pasaron luego ambos a ocuparse de las expresiones coloquiales, tanto de las locales como de las foráneas, y aquí casi se vuelven locos, el uno y el otro, al querer conseguir su origen o significado. Sin saber hacerlo, Luis pasó a exponer varios ejemplos, como que volverse loco no era haber perdido la razón; y el significado de frases como aún queda mucho sol en las bardas; no estar por la labor; tener babas; estar repicando y en la procesión, o las incongruencias de utilizar curioso por limpio, o de sentir por oír. Y no fue pequeña la sorpresa de los paisanos cuando Pierre empezó a comentar casos que se daban en su lengua, en la que, utilizando una palabra con un significado bien definido, se construían frases increíbles con un sentido totalmente distinto. Y se refirió a como con pomme (manzana) se llega a decir: tomber dans les pommes, que significa desmayarse. Con grosse, que se traduce como gorda, se puede decir: mer grosse, o sea mar gruesa, pero si nuestras palabras son: prèt á la grosse aventure, nos estamos refiriendo a un préstamo de dudosa recuperación. Que grasse se traduce como grasa, mas al expresar: faire la grasse matinée estamos diciendo pegársele a uno las sábanas. Por último, que si utilizamos savón (jabón) para construir la expresión: passer un savon à quelqu’un, lo que estamos afirmando es echar una bronca a alguien. Ambos quedaron extrañados y contentos por cuanto habían escuchado y aprendido, y sentido cierta admiración, puesto que la manera de hablar de los dos había tenido ponderación, sinceridad, extrañeza, sin que hubiese hecho asomo el chauvinismo y sí el deseo de adquirir conocimientos sobre cosas y temas, no trascendentes, pero sí amenos y entrañables. Se vieron después en más de una ocasión, pero de esas posteriores entrevistas ya hablaremos otro día. Ramón Serrano G. Julio 2017

No hay comentarios: